La sociedad del cansancio, Byung-Chul Han, Herder

Byung-Chul Han, una de las voces filosóficas más innovadoras que ha surgido en Alemania recientemente, afirma en este inesperado best seller que la sociedad occidental está sufriendo un silencioso cambio de paradigma: el exceso de positividad está conduciendo a una sociedad del cansancio.
Según el autor, toda época tiene sus enfermedades emblemáticas. Así, hay una época bacterial que toca a su fin con la invención del antibiótico. A pesar del manifiesto miedo a la pandemia gripal, actualmente no vivimos en la época viral. La hemos dejado atrás gracias a la técnica inmunológica. El comienzo del siglo XXI, desde un punto
de vista patológico, no sería ni bacterial ni viral, sino neuronal. La depresión, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), el trastorno límite de la personalidad (TLP) o el síndrome de desgaste ocupacional (SDO) definen el panorama patológico de comienzos de este siglo. Estas enfermedades no son infecciones, sino estados patológicos que siguen a su vez una dialéctica, pero no una dialéctica de la negatividad, sino de la positividad, hasta el punto de que cabría atribuirles un exceso de esta última.

La dialéctica de la negatividad constituye el rasgo fundamental de la inmunidad.

El agotamiento, la fatiga y la asfixia ante la sobreabundancia son reacciones inmunológicas.

Las enfermedades psíquicas de la sociedad del rendimiento constituyen precisamente las manifestaciones patológicas de esta libertad paradójica.

El exceso de positividad se manifiesta como un exceso de estímulos, informaciones e impulsos.

Incluso Nietzsche, que reemplazó el Ser por la voluntad, sabe que la vida humana termina en una hiperactividad mortal, cuando de ella se elimina todo elemento contemplativo.»Por falta de sosiego, nuestra civilización desemboca en una nueva barbarie. En ninguna época, se han cotizado más los activos, es decir los desasosegados… necesitamos el fortalecimiento en amplia medida del elemento contemplativo» (Humano, demasiado humano)

Nunca está nadie más activo que cuando no hace nada, nunca está menos solo que cuando está consigo mismo. Catón

El principal defecto de los hombres activos, dice Nietzsche: a los activos les falta una actividad superior en este respecto son holgazanes. Los activos ruedan, como rueda una piedra, conforme al estupidez de la mecánica.

La sociedad de rendimiento, como sociedad activa, está convirtiéndose paulatinamente en una sociedad del dopaje.

 

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