“El populismo es un fenómeno universal, con un pie en un pasado comunitario que suele evocar a cada instante y el otro en la modernidad donde trasvasa de ese pasado, secularizándola, el aura sagrada, el imaginario monista del cual es heredero…..
El populismo dominará la historia en los próximos decenios, aunque quedan por verse las formas que adoptará en su momento. Si tendrá características más mesuradas y conciliables con el respeto de las minorías y de los derechos individuales, o si, liberará su fuerza para volver a expresar la furia totalitaria, en contextos diferentes de los del pasado….
Los populismos se han nutrido del humus común, cuando los muros de contención institucionales y culturales no eran suficientemente fuertes
En lugar de emplear su enorme poder para crear instituciones cada vez más sólidas y eficaces sobre las cuales fundar la propia legitimidad, el populismo la busca invocando la unidad de la fe y la doctrina, una unidad empática que solo cree en el amor que el populismo invoca hasta generar una lógica insostenible
En síntesis, el populismo se convierte en una religión secular con sus dogmas y sus fieles, donde nadie expresa disenso sino herejía.
¿Su persistencia en el mundo latino será tal que llegará a desnaturalizar su espíritu, o la democracia liberal será suficientemente sólida para someterlo a su propio espíritu?” cfr. Loris Zanatta