Destaca el aspecto testimonial del libro. Detrás de él aparece la experiencia de varios años de un sacerdote, formador y pastor. En la obra late la preocupación que manifiesta el autor al presentar la vida cristiana como una realidad orientada a mejorar la vida en sus relaciones con
Dios, el mundo y los hombres. Una obra que aterriza en lo concreto y que quiere servir al creyente en su búsqueda y discernimiento a la hora de orientar su conducta y su camino de espiritualidad.
El tono del libro, por sus características, es sapiencial, muy apegado a lo humano. En sus páginas se contienen múltiples textos bíblicos y citas del Magisterio, pero también poesías y cánticos de la liturgia y de la tradición.
El libro se divide en cuatro partes que guardan una unidad. En la primera, nos presenta el encuentro con Jesús a través de los diálogos que nos ofrecen los evangelios. Se aprecia en ella la rica tradición ignaciana del autor. La segunda parte ofrece un gran estímulo para la vida de
la Iglesia en estos tiempos de nueva evangelización.
La tercera parte nos habla de la Iglesia en su vida concreta, con sus grandezas, debilidades y pequeñeces. La última parte del libro está dedicada a la oración, contemplada desde nuestra realidad concreta. La obra es fruto de un largo camino espiritual. Invita a una lectura en
profundidad, dentro de su meridiana claridad y sencillez. La pretensión de este libro es netamente espiritual.
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